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Síndrome inflamatorio multisistémico, el efecto más grave de la COVID en niños

Redacción Cultura Vital

Uno de los cuadros clínicos que no se conocían era el síndrome inflamatorio multisistémico que, aunque ya ha quedado descrito, al tratarse de pocos pacientes es un conocimiento todavía en desarrollo.


Se trata de una respuesta inflamatoria ante el virus que cursa con fiebre y aumento de los leucocitos.

En un principio, se atribuyó tanto al shock pediátrico que producen algunas bacterias, como al denominado síndrome de Kawasaki, también un proceso inflamatorio generado por agentes infecciosos.


“Pero nos percatamos pronto de que no se comportaba igual que el síndrome de Kawasaki ya que este afecta a los menores de 5 años, mientras que el nuevo síndrome lo hace en niños y preadolescentes, de 8 a 13 años”, además de mostrar parámetros diferentes en las analíticas.


Lo primero fue intentar frenar esa respuesta inflamatoria que les afectaba a diferentes órganos con el uso de corticoides e inmunoglobulinas.


“Como no había casos descritos lo tuvimos que hacer por proximidad a otros cuadros similares y enseguida vimos que era lo correcto, cuando otros países comunicaron que estaban haciendo lo mismo”, apunta el especialista.


Pero también fue fundamental durante la época dura de la pandemia la asistencia de los pediatras de atención primaria y de los hospitales para diagnosticarlos y derivarlos a los centros de referencia. “Ha sido muy importante la detección precoz”, asegura García-Salido.


Fruto de la evidencia obtenida ha surgido un documento de consenso nacional para el tratamiento de los niños afectados por el síndrome inflamatorio multisistémico.


El Hospital Niño Jesús también ha descrito el primer caso de apnea neonatal por coronavirus, así como el primer diagnóstico pediátrico descrito de coinfección por neumococo y coronavirus con detección de Sars-Cov-2 en líquido pleural y el primer caso de paciente pediátrico con enfermedad tromboembólica múltiple y grave también relacionada con la COVID-19.


En el caso de la apnea, se trata de una disfunción generada por este virus respiratorio en algunos neonatos que en ocasiones tienen todavía inmaduro el reflejo de respirar y provoca obstrucciones, como ocurre con otros patógenos.


“Ingresamos a un paciente en la UCI sabiendo que tenía el coronavirus, pero sin saber cómo iba a ser su evolución. Vimos que el comportamiento era muy parecido a otros virus respiratorios en esa edad: 2-3 días de empeoramiento y mejoría a partir de 3-4 días”, explica el pediatra.


Información: efesalud.com

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