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El arte desde nosotras, representación de la mujer a través de la colección del Museo Nacional de Sa

Redacción Cultura Vital

Con el propósito de reflexionar sobre el papel activo a nivel social e histórico de la mujer a través de su representación en la historia del arte –o de su propio trabajo artístico–, la Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), mediante el Museo Nacional de San Carlos (MNSC), prepararon el recorrido virtual El arte desde nosotras, en el cual se explican las diferentes formas en que las mujeres han sido reflejadas por artistas de diversas épocas.


Alivé Piliado, investigadora y curadora del MNSC, recuerda que las mujeres pudieron tener acceso a las escuelas de arte hasta mediados del siglo XVIII y que, en México, la primera solicitud de una mujer para ingresar a la Academia de San Carlos –abierta en el siglo XVIII– se registró en 1841, aunque no fue sino hasta finales del siglo XIX que pudieron participar en las exposiciones de la institución.


Como parte de la campaña “Contigo en la distancia” y en el marco del programa Museos por la igualdad: Diversidad e inclusión, la Secretaría de Cultura y el INBAL presentarán, el lunes 8 de junio a partir de las 11:00 horas, cómo se ha abordado el papel de la mujer en la historia del arte, a través de https://bit.ly/ArteMNS


En esa época, señala Piliado, las mujeres se limitaban a realizar copias de estampas o naturalezas muertas, estudios anatómicos de manos, pies o rostros, pero no tenían acceso a las clases de dibujo con modelos desnudos “por ser esto algo moralmente mal visto”. El entonces director de la Academia, Antonio Rivas Mercado, exigió que las estudiantes acudieran a esas clases, pero los padres de familia enviaron una carta al presidente de la República para solicitar que lo evitara. El problema se solucionó al dividir las clases por género.


El recorrido muestra las diversas maneras en que la mujer ha sido considerada, a través de la historia del arte: mártir, pecadora, redimida, malvada, seductora, fuerte, compartida e idealizada.


La investigadora tomó la obra gótica titulada Resurrección. Noli me tangere (No me toques), predela del siglo XV, autoría de Jaume Cirera, como ejemplo en el cual se representa a la mujer mártir y a través de la descripción de las imágenes de santa Catalina, santa Águeda y santa Lucía hizo énfasis en la violencia que plásticamente se ejercía en el cuerpo femenino.


La imagen de Salomé recibiendo la cabeza de san Juan Bautista –de la escuela de Rubens– remite a la mujer como perpetuadora del mal, “lo que devendrá en la mujer fatal, tema recurrente en el siglo XIX cuando se relaciona la maldad con la mujer”, como puede constatarse en la obra Salomé y Dalila, atribuida a Johanna Vergouwen.


La obra Magdalena penitente, de Francisco de Zurbarán, utiliza esta imagen para adentrarse en la condición de la pecadora redimida, mientras que en La cacería de venados, del taller de Rubens, lo femenino es encarnado en la figura de Diana, diosa y ninfa, personaje que también es retomado por el pintor Nicolás de Largillière en su cuadro Diana cazadora, aunque en este caso el artista francés la idealiza y la convierte en un ser intocable.

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