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Exposición, Venus en el país del sol naciente

Redacción Cultura Vital

A través de pequeños esqueletos de fieltro de grandes cabezas, en forma de calaveritas, se narra el viaje a Japón de la Comisión Astronómica Mexicana dirigida por Francisco Díaz Covarrubias en 1874, con el fin de observar el paso de Venus por el disco solar.


Los héroes científicos no son comunes en las páginas de la historia, pero uno de ellos dejó impregnado su espíritu en este emblemático edificio: Díaz Covarrubias, quien a su regreso de Asia fundó el primer observatorio astronómico mexicano moderno en el Castillo de Chapultepec, hecho que lo proyectaría a la cúspide de la ciencia mexicana


Pero logró otra hazaña tal vez menos espectacular, aunque sin duda más profunda: abrió el camino para la firma del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre Japón y México.


Los realizadores de este proyecto fueron el Mtro. Víctor Manuel Hernández y el Mtro. Francisco Jesús Rivas.


¿Quién dice que la historia es aburrida?, pregunta el arquitecto Francisco Rivas Penny, creador de pequeños esqueletos de fieltro de grandes cabezas con los que da “carne” y forma a múltiples personajes de otro siglo, para demostrar que la narración de nuestro devenir también es divertida.


A las calaveritas les ha construido maquetas en tres planos, también con fieltro de colores y telones de tul, que escenifican momentos simbólicos de sucesos ejemplares: su segundo montaje, titulado Venus en el país del Sol Naciente, es la historia de un viaje científico que unió a México y Japón y sentó las bases para que ambos países construyeran una relación de amistad y trato igualitario.


La muestra se presenta en el Patio de Escudos del Museo Nacional de Historia (MNH), Castillo de Chapultepec, dentro de un pequeño pabellón de madera inspirado en la arquitectura japonesa. Fue abierta al público esta mañana por el embajador de Japón en México, Yasushi Takase, y director del recinto museístico, el historiador Salvador Rueda Smithers.


El historiador dijo que los héroes científicos no son comunes en las páginas de la historia, aunque tal vez sean tanto o más valiosos que los otros; uno de ellos dejó impregnado su espíritu en este emblemático edificio, refiriéndose a Francisco Díaz Covarrubias, quien viajó en 1874 a Asia para avistar el paso de Venus por el Sol y a su regreso fundó el primer observatorio astronómico mexicano moderno en el Castillo de Chapultepec.


La exhibición, la cual contó con el apoyo de la Fundación Kasuga, está dividida en dos secciones paralelas: la primera, aborda lo que pasaba en Japón, y la segunda, lo acontecido en México durante los mismos años, dos décadas antes del avistamiento de Venus. En total son 10 maquetas en las que habitan alrededor de 70 calaveritas.

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